Ni las 6 pastillas diarias que me recetaron alcanzan para mitigar el dolor de no poder jugar a los laberintos, de perderme en tu mente, recorrer los infinitos caminos, elegir algo interesante y volver para divertirnos, aunque sea tan prosaico como preparar tortas fritas para los verdes y la tropa o ir al Buen Día a comprar queso de campo para cenar.
Y no me fui de tus laberintos pero no hay más solo quedan los míos y estoy perdida.....
viernes, 4 de enero de 2008
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9 comentarios:
aveces es necesario dejar miguitas de pan en el camino, para poder encontrar el camino a casa...
y eso tienen los laberintos, que a veces no le encontramos la salida. espero que te encuentres pronto.
Entro porque veo que me citaste en el post de fin de año. Bueno, en realidad a Casero, pero pusiste que lo leiste en mi blog, jaja.
Saludos :)
los laberintos ajenos son mucho menos intrincados que los propios...no hay dudad
Que el nuevo año venga con laberintos pero recorridos de a dos.
Besos
Perderse en un laberinto, es perderse para siempre.
Todavía insistir con la nostalgia de los pies en la tierra es una cobardía.
Dejese llevar.
Estan buenos los laberintos, y los mejores, son los ajenos!!
ajajajaaaaa
No, Dalma, no, que venga sin laberintos, no entendiste que sino Marce se pierde. Yo que vos llevo un mapa. Y cuidado con el Minotauro.
Gracias a todos por pasar, sigo enlaberintada.
Sean bienvenidos los que pasan por primera vez.
Atte. Doñaenquilombaunviernesalanoche
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