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viernes, 19 de octubre de 2007

Mañana será otro día


Cualquier parecido con la realidad no es mera casualidad ....
Tú te levantas temprano y te dices que hoy sí, como si ese sentimiento de estar convencido a medias te bastara, tú te dices que hoy sí y te diriges a la cocina y piensas que primero te vas a tomar un café; mientras te lo preparas vuelves a repetirte que hoy, sí. Apuras el café y ahora repentinamente asumes que vale la pena comprar el periódico, sales de tu casa, contemplas la calle y la gente, esta imagen de la mañana que en absoluto te es extraña, la misma gente, la misma calle y te das cuenta de que ya son las ocho de la mañana y aprecias que ya has empezado a perder el tiempo. Te apresuras a devolverte a tu casa, giras la llave y te enfrentas al primer dilema con el periódico aquí repleto de noticias, y el libro allá y las revistas que no has leído más allá y la máquina de escribir en un rincón del escritorio, cubierta por el periódico de ayer que tampoco alcanzaste a leer. Casi te decides por el periódico a no ser por la guitarra que yace recostada de la pared y que tomas para repetir durante quizás demasiado tiempo los acordes que, al cabo de un rato, terminan por enervarte. Una abulia rabiosa te separa del instrumento que ahora queda recostado del sillón. Son ya casi las diez y has comenzado a sentir ese escozor que te embarga cada vez que piensas en que ya son casi las diez y no has podido hacer nada y entonces, en un esfuerzo que tú mismo reconoces como meritorio, tomas la máquina de escribir y colocas una hoja en blanco y escribes dos o tres palabras y no más y por fin te levantas a tomarte un vaso de agua. Regresas y te resistes a coger la guitarra boquiabierta que te espera en el sillón y por fin te sientas en la butaca y tomas la guitarra por el cuello y tarareas una canción. Vuelves sobre la máquina, lees lo escrito y sientes como un peso sobre la nuca que te cansa. Son las once y no has podido remontar esas tres palabras sobre la hoja que ahora yace en la papelera y sientes hambre y te da por prepararte el almuerzo y —rato después, mientras comes— piensas que comer s la única manera de no perder el tiempo porque es una pérdida de tiempo inevitable.
Reposas después del almuerzo porque cualquiera se evitaría una embolia cerebral aún a costa de perder el tiempo. Te quedas dormido.
A las dos de la tarde te despierta el teléfono y es Luis que te invita o te propone y mientras piensas que no debes, que todo va a terminar en nada, en cualquier conversación de café o en una travesía sudorosa por el centro de la ciudad, vas asintiendo a las propuestas de Luis y terminas por decirle que realmente no, que no tienes nada que hacer esta tarde, que si quiere te puede pasar buscando a las tres. Y a las tres de la tarde, ya en el auto de Luis, sientes la necesidad de leer aunque sea el periódico que aprietas bajo tu brazo, pero Luis se obstina en preguntarte y en comentarte y el periódico queda tendido en el asiento trasero cuando te bajas a perder el tiempo en su casa. Desde las seis de la tarde la noche comienza a escaparse de tus manos y enseguida te asalta la urgencia de ponerte a trabajar apenas llegues a tu casa, pero llegas pasadas las siete y cuarenta y cinco y todavía te demoras casi quince minutos despidiendo a Luis y su ansiedad en la puerta de tu casa. Bajo la luz de la mesa de noche, has comenzado a leer la novela pendiente y ya te está venciendo el sueño, pero sigues empeñado en abrir los ojos y ver las letras que bailan sobre el fondo amarillento. Pero el sueño por fin te vence y decides cerrar el libro pensando que mañana sí, como si estar convencido a medias te bastara y ya a punto de dormirte a vuelves a repetirte que mañana, sí."


De Frank Baiz Quevedo
http://frankbaiz.blogspot.com/

Yo procastino,

tu procastinas?,

el procastina,

nosotros procastinamos..

bye voy a seguir ..

pro

cas

tiiiiiii.....

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